EL VIRUS DE LA VÍCTIMA

Adicción al Sufrimiento.......

Jugar el papel de víctima responde a un modelo cultural muy viejo, tan antiguo como nuestra civilización. Lo encontramos en toda la historia de la humanidad. En la actualidad, está en los libros que leemos, en la TV que miramos, en las noticias de los diarios, en las religiones, en la política nacional, en las relaciones diplomáticas internacionales, en las escuelas, en las relaciones de pareja, en las de familia, en las amistades, etc.

Estamos tan acostumbrados a ese papel, que se ha vuelto adictivo. En verdad, es una adicción socialmente aceptada que crea muchísima miseria física, mental y emocional. Jugar a ser víctima es un juego cultural que se ha cobrado y sigue cobrándose muchas bajas entre nosotros.

Una persona que juega el papel de víctima es alguien que sufre por diferentes razones y variadas causas. Puede ser que sufra a causa de necesidades básicas no satisfechas, de molestias físicas, de enfermedades, por falta de energía, cansancio, impotencia, desesperanza, indiferencia, falta de reconocimiento, confusión, traición, abuso físico, emocional o sexual, manipulación, explotación, opresión, abandono, persecución, entre otras cosas.

La resonancia que se activa cuando nos sentimos víctimas genera en nosotros pensamientos y comportamientos inconscientes, y sin darnos cuenta nos encontramos quejándonos interior o exteriormente, culpándonos a nosotros mismos o a los demás, o a la vida, o a Dios. Ese estado de queja crónico genera contracciones internas por donde las energías esenciales no fluyen bien y por donde se drena nuestra fuerza vital, lo que nos debilita enormemente.

Según la ley de atracción y sus principios, cuando emitimos la resonancia de “la víctima”, atraemos situaciones y personas que nos van a dejar sufriendo. Por otro lado, no nos es posible extraerle “el jugo” a la experiencia que estamos viviendo y nos vamos a ver repitiéndola infinidad de veces y de diferentes maneras, como si no tuviesemos opciones.

El “virus” de la víctima nos hace percibirnos a nosotros mismos como un ente separado del todo, que tiene que estar constantemente defendiéndose o atacando. Este “virus” también crea una resonancia de miedo crónico y se convierte en un círculo vicioso:

-Cuanto más miedo siento, más separación experimento;
-cuanta más separación siento, más solo/a estoy;
-cuanto más solo/a me siento, más me tengo que proteger de lo que me puedan hacer o de lo que me pueda pasar;
-cuanto más me tengo que proteger y defender, más encuentro la culpa en el otro;
-cuanto más acuso y culpo al otro, más separado/a me siento;
-cuanto más separado/a me siento, más miedo siento.

Y se cierra así este círculo vicioso, raíz causal del sufrimiento humano.

• Cómo detectar si estás jugando a la víctima

Cuando jugamos el papel de víctima:

- Reaccionamos a todo inconscientemente.
- Nuestra mente crea constantes situaciones de ansiedad o preocupación.
- Pensamos, interpretamos y analizamos (interna o externamente).
- Negamos lo que sentimos (“No hay problema”, “Está todo bien”).
- Suprimimos nuestras emociones (creando rigidez, contracturas, tensiones o enfermedades).
-Somos adictos al “drama” y a las situaciones o personas que lo crean.
-Usamos mucho las expresiones “debería” o “no debería”.
-Nos quejamos acerca de nosotros mismos o de los demás.
-Juzgamos, criticamos,
acusamos y culpamos a quien sea (interior o exteriormente).
-Repetimos una y otra vez, en nuestra mente, situaciones pasadas.
-Nos es difícil perdonar. Guardamos resentimientos muy viejos.
-Nos queremos vengar y cobrar lo que nos deben.
-Usamos el pasado doloroso para actuar o tomar decisiones en el presente.
-Tememos el futuro por lo que nos pueda traer.
-Ensayamos lo que vamos a decir o hacer, una y otra vez.
-No nos damos cuenta de que hay un momento presente. Lo ignoramos absolutamente.

Otra de las características principales que nos permite detectar cuando actuamos el rol de víctima es que nos da la sensación de no tener opciones. Cuando creemos que somos víctima le asignamos la responsabilidad a otro, culpamos. El otro es quien me enoja, me confunde, me engaña, me fastidia, me ignora, etc. Y lo hacemos sin reconocer que esa energía esta en nosotros y no en el otro. Por lo tanto el poder de mi bienestar está en manos de otro y somos víctimas.
Una manera de ser autentico/a y consecuente con la esencia natural, es honrar lo que me sucede en lugar de postergar, negar, evadir, resistirlo, quejarme, juzgar.

Ahora escribe con cuál o cuáles de estos rasgos te sientes más identificado/a.

Observa tu dialogo interno y conectate con la resonancia de tu cuerpo.

¿Me sigues en Facebook?, Ahí comparto todos los dias Tips de Sanación y
crecimiento personal,cambia tu vida.Atrevete a Ser Feliz TuEspaciodeSanación en Facebook

un abrazo y mucha luz
Paola


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comparte tu opinion, deja tu comentarios