LA ENFERMEDAD

Un camino hacia la consciencia y el ser

La enfermedad, además de una desarmonización de nuestro ser, es el lenguaje que utiliza el cuerpo para decirnos que algo funciona mal en nuestra vida. Y así, si el problema es menor, nos lo dice con un susurro provocándonos un leve dolor. Si el problema es mayor, nos habla en voz más alta. Y si la cuestión es grave, nos “grita” haciendo el dolor insoportable. Dolor, pues, que al igual que la enfermedad es una llamada de atención que nos indica que algo no funciona bién.

Así, la enfermedad que se hace patente a través de los síntomas representa una señal, un aviso de que hay algo que modificar. Se la conceptúa pues como el lenguaje del cuerpo para permitir al individuo introducir cambios y corregir comportamientos que le crean
desarmonía.

Poder identificar las causas de las dolencias buscando su origen un poco más allá de las causas físicas asomándonos a los desequilibrios emocionales, a los pensamientos no armónicos e, incluso, a la contradicción entre lo que nos dicta nuestro interior y lo que vivimos en el exterior nos plantea una actitud nueva de autorresponsabilidad e independencia frente a nuestros procesos de cambio y crecimiento.


¿POR QUÉ ENFERMAMOS?

Cuando escuchamos por boca del médico el diagnóstico de que sufrimos tal o cual enfermedad no podemos evitar preguntarnos: ¿por qué?, ¿qué hemos hecho nosotros para que nos suceda eso? Y la respuesta casi siempre tiene el matiz de un cierto sentimiento de injusticia o, cuando menos, de incomprensión. Mucha gente cree aún que la enfermedad se produce por injerencias externas que en forma de virus o bacterias atacan el buen funcionamiento de nuestro cuerpo. Sin embargo, eso no explica por qué en la misma situación no se contagian todos los que han estado expuestos a ese ambiente contaminado. Y es que las respuestas deben ser complementadas con nuevas ideas que nos hagan encontrar razones en otros campos más sutiles que interaccionan con nuestro cuerpo físico y que conforman también nuestra personalidad, como son los aspectos emocionales y mentales.

La ciencia no duda ya de la realidad de la interacción mente-cuerpo y conoce el efecto que los estados emocionales (depresión, amor, cólera, odio, generosidad, alegría, optimismo…) producen en el organismo. Sin embargo, queda aún mucho camino por recorrer hasta que se produzca un encuentro entre la Medicina tradicional y la Medicina Holística o Integral. Porque esta última defiende que la mayoría de las enfermedades físicas son el resultado de una sobrecarga de crisis emocionales, psicológicas y espirituales. Hoy, ante la aparición de los primeros síntomas, empieza la búsqueda implacable de culpables: ¿por qué ha fallado el corazón? ¿un excesivo nivel de colesterol?, ¿una vida demasiado sedentaria?, ¿un excesivo consumo de grasas o sal? ¿Por qué ese cáncer? ¿quizá el tabaco?, ¿la radiación ambiental?, ¿los genes…? Es decir, siempre se busca la razón de la enfermedad en el mundo físico. Sin embargo, en la mayoría de los casos no es ahí donde hay que buscar sino en el plano emocional y mental. De hecho, se ha comprobado que previa a la aparición del síntoma de la enfermedad hay alteraciones en esos otros niveles que han provocado finalmente la disfunción física.

La verdad es que hoy nadie pone en duda que el rencor, el odio o la depresión producen reacciones químicas en nuestro organismo, confirmación de que son nuestros pensamientos y emociones los que desencadenan el proceso -o, al menos, coadyuvan en él- que nos lleva a caer enfermos. Y son ya muchos los profesionales de la Medicina y la Psicología que afirman hoy que la causa de la enfermedad se relaciona fundamentalmente con las tensiones internas presentes en la vida de una persona. Tensiones que se podrían identificar con la culpa, el rencor, el odio, la falta de ilusión por la vida, la falta de autoestima y el miedo en todas sus manifestaciones. Factores todos ellos desencadenantes de grandes “epidemias” tanto físicas como psicológicas.


¿CUÁNDO EMPEZAMOS A PONERNOS ENFERMOS?

Desde que se produce la alteración en la mente hasta que se somatiza el conflicto en el cuerpo físico transcurre un tiempo. El cirujano norteamericano C. Norman Shealy, neurólogo y experto en tratamiento del dolor y el estrés, y coautor del libro “La creación de la salud”, identifica ocho grandes focos desencadenantes de enfermedades.

De forma resumida, son estos:

1) Cualquier tensión emocional, psicológica o espiritual no resuelta en tanto crea una contradicción entre lo que le dicta el interior y lo que la persona está viviendo en la vida.

2) La influencia de las creencias. A fin de cuentas, cada uno de nosotros estamos condicionados por una serie de creencias que nos hacen ver y vivir la realidad de modo bien distinto. Y así, mientras las actitudes positivas son favorecedoras del equilibrio y la salud, las negativas producen el debilitamiento de nuestro sistema inmunitario.

3) La incapacidad de dar y/o recibir amor. Todos tenemos necesidad de tener experiencias gratificantes y compensatorias en el terreno afectivo y, si no es así, se producen bloqueos que desembocan tarde o temprano en la temida enfermedad.

4) La falta de humor y la incapacidad de desdramatizar los sucesos de la vida cotidiana. La risa tiene un poder curativo enorme y el sentido del humor hace eliminar muchas de las tensiones que, en caso contrario, se somatizarán en el físico al “enquistarse” energéticamente.

5) La imposibilidad de elegir libremente en la vida. Y es que la necesidad de tener el control de nuestra propia vida se ha convertido en una fuente de conflictos permanente ante la dificultad que supone mantenerse libre en un mundo tan mediatizado como el nuestro.

6) La falta de cuidado de nuestro cuerpo físico. La alimentación, el ejercicio, la vida saludable, los hábitos sanos, etc., son pilares fundamentales para mantener la salud.

7) La pérdida de ilusión por la vida, la ausencia de metas y objetivos. La vorágine de vida que llevamos nos hace en ocasiones perder de vista nuestra proyección de futuro con lo que el presente carece de sentido. Es una de las principales causas de enfermedades, primero psicológicas -depresión, neurosis, etc.- y más tarde físicas.

Como octavo punto, la tendencia a la negación. Es decir, la incapacidad para enfrentarse a los obstáculos de la vida y de reconocer lo que en ella no funciona.


LA CONSCIENCIA

He aquí un ingrediente imprescindible dentro del proceso de desarrollo personal. La consciencia es la clave de la evolución y no es otra cosa que darse cuenta, saber el por qué de las cosas, conocerse uno mismo, identificar sus potencialidades y límites para encauzarlas hacia el progreso y el mejoramiento. Si cada persona fuera consciente de que participa en la creación de su propia realidad y de que esa realidad incluye el mantenimiento de su salud habríamos logrado un gran avance.

Claro que para completar ese camino que nos lleve a lograr la expansión de nuestra consciencia habremos de dar varios pasos fundamentales. Uno de ellos obtener la identificación del poder personal, es decir, de ese potencial que nos permite salir de cualquier situación por adversa que sea en la certeza de que somos responsables de nosotros mismos, de nuestra vida, de nuestros logros y fracasos y, ¡cómo no!, de nuestra salud. En definitiva, cada persona debe asumir la responsabilidad de su propia vida. Otro punto importante es la facultad de encontrar el aprendizaje que conlleva cada experiencia que vivimos. Porque es verdad que a veces nos encontramos inmersos en situaciones dolorosas y aparentemente injustas que, además, parece que se repiten a lo largo de nuestra vida… pero sólo si desciframos la lección que representa ese hecho y asumimos su enseñanza habremos roto el círculo vicioso. Sencillamente porque cuando se asimila una experiencia no es necesario volver a repetirla. Aunque el mayor paso consistirá en aprender a abrirse al amor, a dar y recibir la energía de mayor poder que existe en el universo, dejando que fluya en nosotros y en nuestras relaciones interpersonales.


NUESTRAS CAPACIDADES INNATAS

La influencia de la mente sobre la materia está sobradamente demostrada. Sabemos incluso que la actitud mental, los deseos y los pensamientos de un experimentador en el laboratorio influyen en el comportamiento de las partículas de su experimento. Algo que corrobora el postulado de que todo es energía manifestándose en distintos planos vibratorios y que cualquier incidencia en uno de ellos tiene una correspondencia armónica en los demás. Pues bien, la Medicina Holística o Integral se basa en esos mismos principios y plantea que si son los problemas emocionales y psicológicos los que terminan somatizándose en el organismo y provocando las dolencias, armonizando la mente y las emociones es posible sanar el cuerpo. Es decir, que trabajando sobre los campos más sutiles se incide más fácilmente en los más densos. En cualquier caso, hay que decir que esta nueva concepción de la salud y la enfermedad no pretende sin más que el enfermo busque vías alternativas para resolver sus problemas sino que se produzca un cambio en su forma de ver la realidad, de concebir la vida.

El aprendizaje de técnicas como la relajación, la visualización, la meditación, el control mental, la introspección, etc., tienen pues como objetivo descubrir nuevas capacidades innatas en el ser humano que están casi inexploradas en estos momentos. Y, sobre todo, estas técnicas tienen un único objetivo: implicar al paciente en su propia curación, hacerle consciente de que el médico o sanador favorece la curación, ayuda y proporciona remedios pero no es quien cura realmente. De hecho, la palabra terapeuta significa acompañante, aquel que te sigue en el proceso de sanación. Premisa clave para que funcionen tanto los tratamientos tradicionales como las terapias alternativas. Si ese cambio de actitud no se produce ni la farmacopea ni la cirugía serán capaces de sanar las dolencias emocionales o psicológicas, las experiencias traumáticas del pasado o las actitudes negativas. Es siempre el propio enfermo quien debe actuar utilizando como apoyo las técnicas o terapias que considere más adecuadas para él.

un abrazo y mucha luz

Paola

1 comentario:

  1. Tengo la sensacion que por las emociones pasan las causas de las diferentes enfermedades sobretodo las crònicas.-

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