INTIMIDAD,EL GRAN DESAFÍO

Estar en contacto íntimo no significa abusar de los demás ni vivir feliz eternamente.
Es comportarse con honestidad y compartir logros y frustraciones.
Es defender tu integridad, alimentar tu autoestima y fortalecer
tus relaciones con los que te rodean.
El desarrollo de esta clase de sabiduría es una búsqueda de toda la
vida que requiere entre otras cosas mucha paciencia.
Virginia Satir


Toda relación íntima en la que podemos abrirnos y lograr encuentro y entrega pertenece
a las cosas más gratificantes que podamos vivenciar; buscamos en ella contacto, amor, intimidad, porque son estas las situaciones que más nos enriquecen, las que nos hacen sentir vivos, las que nos llenan de fuerza y de ganas.
La paradoja empieza cuando nos damos cuenta de que al mismo tiempo son justamente estas relaciones las que nos provocan mayor sufrimiento y mayor dolor, muchísimo más que ninguna otra.Cuando nos abrimos a la intimidad, al amor, al encuentro, nos exponemos también a sufrir y a sentir dolor.


La fuerza que naturalmente nos empuja a dejarnos llevar por nuestras emociones y a generar el encuentro se enfrenta con la natural tendencia a cuidarnos para no sufrir, porque intuimos, con certeza, que si nos abrimos a una persona esto le concederá al otro la posibilidad de herirnos.Todos tenemos una personalidad, una coraza que no quiere tomar ese riesgo de ser lastimado y por lo tanto se cierra.
Amor e intimidad solo pueden darse cuando nos abrimos presentes a alguien; pero esto es imposible si estamos con la armadura puesta, encerrados en nuestro castillo o escondidos en nuestra estructura.
Tampoco es cuestión de descartar esta personalidad; la hemos construido para poder enfrentarnos a algunas dificultades de la vida. La idea es observarla, conocerla y darnos cuenta cuando nos juega en contra interrumpiendo el contacto verdadero.
Este es el trabajo que propongo: observar nuestra manera especial de ser en el mundo, ser conscientes de los roles en los que nos hemos quedado fijados.


La paradoja continúa porque no hay mejor oportunidad que esta
relación íntima para volver a encontrarnos y para deshacernos de
nuestras máscaras habituales.
Así, muchas veces, terminamos resolviendo esta paradoja evitando el sufrimiento,
impidiéndonos el amor y privándonos del encuentro íntimo.
En nuestro intento de decir no al dolor decimos no al amor.
Y lo que es peor, nos decimos no a nosotros mismos.


Un abrazo y mucha luz

Paola

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